Luarca es la capital del concejo Valdés.
Mi conocimiento de Luarca comenzó con una romántica y triste historia de amor, llamada la leyenda de Cambaral, que explica el nombre de uno de los barrios de la ciudad.
Aunque el contenido de esta leyenda se puede leer en varias páginas del internet, no puedo perder la posibilidad de hablar aquí del amor de estos Romeo y Julieta luarquinos. En muchos rincones de Asturias existen sus tristes historias de los jóvenes enamorados, por ejemplo “La Searila” de Castropol, o la del castillo de Las Caldas. Todas me gustan mucho, pero la de Cambaral parece la más exótica.
Hace muchos años, en los tiempos, cuando Luarca tenía una poderosa fortaleza,
de la que nos queda hoy sólo una parte, sufría la ciudad numerosos (y desgraciadamente afortunados) asaltos de los piratas berberiscos, encabezados por un cruel moro, llamado Cambaral. El jefe de la fortaleza decidió acabar definitivamente con esta amenaza. Con este fin organizó un verdadero espectáculo: disfrazó a sus mejores soldados de humildes pescadores y en unas barcas les mandó al mar. Así pudieron atraer la atención de los piratas, que no perdían ningún tipo de botín. El plan fue bien pensado, y los piratas asaltaron las barcas, pero inesperadamente recibieron una respuesta adecuada, resultado de la que era la victoria de los luarquinos y la prisión de Cambaral. Encadenado, lo llevaron a la fortaleza y lo dejaron allí.
Según las leyes de género literario, en ese momento debe aparecer la heroina principal de la leyenda, y ella apareció. Era la joven hija del jefe de la fortaleza. Claro, que era muy hermosa y también tenía un bondadoso alma de una verdadera cristiana. Ella comenzó a visitar al prisionero para curarle de las heridas, recibidas en el último combate. Y sin fijar, la preocupación y la compasión crecieron en un enamoramiento. A su vez Cambaral, agradecido por la cuidadosa atención de la joven, también se enamoró de ella. Con cada nuevo encuentro este amor se hacía mas y mas profundo, hasta que decidieron los enamorados unirse para siempre y con este fin huirse de Luarca en el barco de Cambaral. Claro que ariesgaron mucho: en caso de fracaso de su plan la muerte amenazaba a los dos, pues el padre considerara el amor de su hija de traición.
Con precausiones lograron ellos el puerto, pero allí ya les esperaban los soldados, encabezados por su jefe. El camino hacia el barco, hacia la libertad ya estaba cerrado. Al sentir, que era el final, los enamorados se unieron en un beso de despedida, y en ese momento el padre de la joven les mató a los dos…
Tras años en el lugar de su muerte construyeron un puente, que los luarquinos hasta hoy llaman el Puente del Beso.
El nombre de Cambaral pervivió los siglos y se quedó en Luarca en el nombre del barrio de pescadores.
En la historia de Luarca los berberos no eran los únicos enemigos: en el año 842 los luarquinos, encabezados por el señor de Villademoros, tenían que rechazar el asalto de los normandos. Hubo un combate, en el que los normandos fueron vencidos.
Este episodio de la historia está conmemorado, junto con los otros importantes para Luarca, en los paneles de cerámica, que se puede ver en la muralla de la fortaleza.
Por ejemplo, uno de los paneles nos cuenta, que Luarca siempre vivía de la mar: la caza de ballena, esta difícil y pelegrosa faena, era la especialidad de los mareantes luarquinos. Ya en el año 1270 por el rey Alfonso X el Sabio fueron otorgados los fueros, que además de la casa de ballena permitían el comercio marítimo y la pesca.
Durante más de ocho siglos los hombres de la mar se reunían alrededor de la llamada Mesa de mareantes: aquí se resolvían las cuestiones del gremio hasta los principios del siglo XX.
Una de las mas curiosas costumbres del viejo gremio era la manera de decidir si se salía a la mar o no en los días de tiempos dudosos. Si no había acuerdo previo entre los patrones de las embarcaciones,se adoptaba la decisión por medio de votos de una forma muy peculiar y democrática. En uno de los extremos de la mesa se pintaba, en esquema una lancha y en otro una casa.Del lado de la lancha se ponían los partidarios de ir a la mar y del de la casa los partidarios de permanecer en el puerto. Si eran mayoría los primeros, cada uno podía hacer lo que mejor le conviniese, salir o quedarse. Pero si la mayoría era de los segundos, se prohibía terminantemente salir al mar.
La Mesa de los Mareantes está en un sitio alto de la ciudad, llamado La Atalaya. Desde aquí comencé mi primer paseo por Luarca.
¡Que vistas!
En la punta de La Atalaya se encuentran el faro de Luarca y la capilla de Nuestra Señora de la Blanca. La capilla actual fue construida en 1912, era la antigua capilla del gremio de mareantes.
En el siglo XVII al pie de la capilla moraba el ermitaño Juan de la Cruz. “En el año 1695 él fundó la Cofradía de Nuestro Padre el Buen Jesús Nazareno, con el apoyo de cien vecinos piadosos. Así nació la tradición de la austera y fervorosa Semana Santa luarquesa“, – se dice en el panel conmemorativo.
Al lado está el cementerio, que también resulta un sitio interesante y que no deja huella de tristeza en el alma, lo que ocurre conmigo a menudo en estos lugares.
Desde el cementerio se abren buenas vistas al mar y a la zona del muelle, a donde bajé de La Atalaya.
Miré otra vez al faro, ahora ya desde abajo. Mientras que yo bajaba, el tiempo se cambió.
Paseando por la zona del puerto, presté atención a los menús, que ofrecían los restaurantes: ¡pescado y frutos de mar!
El escaparate de uno de los restaurantes:
El Puerto:
Paseo del Muelle:
Iglesia de Santa Eulalia. El edificio actual fue construido a finales del siglo XIX.
El interior:
En una de las capillas está La Virgen del Rosario, a la que está dedicada la fiesta, que se celebra el 15 de agosto, y que está considerada de Interés Turístico.
Recorriendo las calles luarquinas, encontré unos rincones paraísticos para personas golosas:
A veces la imagen de una ciudad se compone para mí de unos detalles, que luego en la memoria salen al primer plano:
Bella Luarca:
El barrio viejo:
El Palacio del Marqués de Ferrera:
Consiste de dos partes, unidas entre si con un arco.
Desde arriba se ve bien la planta del edificio.
Una parte ocupa hoy la policía (como se puede entender perfectamente de la foto),
otra – la Casa de cultura. He leído, que la parte mas antigua del palacio constituyen los restos de una torre del siglo XIII, que se llamaba Torre del Merino y era residencia del represente real.
Salgo otra vez al malecón del río Negro: arriba está la capilla de San Martín y el Mirador de El Chano. Es el punto, al que voy a subir.
Un consejo: la subida y la bajada desde el mirador se puede realizar por dos caminos diferentes, uno de los cuales es peatonal. Pero de ambos se abren unas vistas preciosas, por lo cual merece la pena ir a pié.
Subiendo:
Arriba, en uno de los jardines hay curiosas veletas: las figuras se mueven y parece que de verdad afilan la guadaña, aserran la leña y golpean con el martillo.
La capilla de San Martín:
El panorama de Luarca desde el mirador El Chano:
¡Que maravilloso color tienen el agua y la arena de las playas!
Bajando:
Cuanto tiempo se puede pasar en este banco, mirando hacia el horizonte…
Tras bajar al puerto decidí hacer una parada para comer, porque luego me esperaban nuevos descubrimientos de otra época en el barrio Villar.
La comida
Para comer decidí disfrutar de la cocina del puerto pesquero: ¡todo fue muy rico!
De primero escogí fabas con almejas:¿ cuantas raciones tenía la sopera? ¡seguro que mas de dos!
De segundo fue rollo de atún con patatas:
Por lo último tuve que ver la arquitectura indiana de la villa de Luarca:
El Ayuntamiento
Arquitecto: Manuel del Busto
Año de construccion: 1912
Círculo Liceo (El Casino)
Arquitecto: Manuel del Busto
Año de construcción: 1912
Estatus de hoy: sala de exposiciones
Villa Tarsila, también llamada Casa Guatemala
Arquitecto: Juan Miguel de la Guardia
Año de construcción: 1893-1894
Encargada por: Ramón Rodríguez, emigrante en Guatemala
Estatus de hoy: Edificio administrativo de la Seguridad Social
Como existen parques protegidos de la naturaleza, igual existen parques protegidos, pero de la arquitectura indiana: uno de ellos es el barrio Villar, por la cantidad de casonas que están concentradas aquí.
Villa Teresa
Arquitecto: Juan Miguel de la Guardia
Año de construcción: 1905
Propietario: Antonio González-Vega
Estado de hoy: en ruinas después del incendio
Villa Argentina
Arquitecto: Juan Miguel de la Guardia
Año de construcción: 1899
Encargada por: Manuel García Fernández, emigrante a Argentina, hermano del propietario de la vecina Villa La Barrera
Estatus de hoy: hotel
El edificio resultó bellísimo tanto las fachadas como los interiores: un chico amable, que trabajaba en el jardín, me permitió entrar para hacer unas fotos.
En la finca, al lado de la casa está una capilla.
Villa La Barrera
Arquitecto: Juan Miguel de la Guardia
Año de construcción: 1899
Encargada por: José García Fernández, emigrante a Argentina, hermano del propietario de la vecina Villa Argentina
Estado de hoy: se necesita una restauración
He leído, que en La Barrera pernoctó don Alfonso de Borbón, hijo de Alfonso XIII.
Villa Rosario
Arquitecto: Julio Galán Carvajal
Año de construcción: 1915
Encargada por: Ramón García
Estatus de hoy: propiedad privada
Se encuentra en frente de la Villa Argentina.
El edificio que vemos hoy, es un resultado de la reconstrucción de la casa anterior (de los años 1880), encargada por nuevo propietario.
Villa La Zarzuela (ahora en su puerta se pone el nombre Villa Mercedes)
Año de construcción: 1907
Encargada por: Luis Suárez
Estatus de hoy: propiedad privada
Villa Excélsior
Arquitecto: Manuel del Busto
Año de construcción: 1912
Encargada por: Manuel Menéndez de Andés
Estado de hoy: se necesita restauración
La alta cúpula de la villa Excélsior se ve desde lejos: su cubierta de azulejos brilla bajo las rayas del sol. Desgraciadamente, el edificio comienza a arruinarse.
En búsqueda de las mejores vistas pasaba alrededor de la finca, y entre los arbustros apareció una capilla.
Para ver bien la capilla, dejé la senda y de repente delante de mí apareció un antiguo edificio, que era la vivienda de los padres de la mujer de Manuel Menéndez de Andés, el propietario de la Villa Excelsior. Mientras se edificaba el nuevo palacete, su familia vivía en este edificio.
Villa Cristina
Arquitecto: Juan Miguel de la Guardia
Año de construccón: 1889
Primer propietario: Macario Fernández
Estatus de hoy: propiedad privada
Villa Carmen
Arquitecto: Juan Miguel de la Guardia
Año de construccón: finales del s.XIX
Encargada por: Ventura Olavarrieta, emigrante a Cuba
Estado de hoy: propiedad privada
Esta villa está poco a parte de otras: para localizarla hay que atravesar la carretera del barrio Villar e ir en dirección del mar.
Su nombre de Carmen la villa recibió con los segundos propietarios, en honor a la señora Carmen de Albornoz, que era madre de Severo Ochoa. En esta casa él pasó su infancia. Hace poco fue acabada la restauración del edificio, y ahora con sus colores vivos parece una casa del cuento.
Cerca de la Villa Carmen está situada la capilla de San Juan.
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