Iglesia de San Nicolás de Bari

 A Luís,  profesor de matemáticas y verdadero patriota de su ciudad natal

 

¿Con qué asocio la palabra “el franciscano?” ¿Qué imágen surge en mi cabeza al oir esta palabra?

Antes recordaba ante todo la famosa película “El nombre de la rosa”. Luego ante mis ojos surgía la imagen de una persona vestida de hábito marrón, con capucha y con cordón en la cintura…

Después de mi último viaje, que tenía el fin de estudiar las antiguas iglesias avilesinas,  primero recordaré la ciudad de Avilés.


En una de las vistas mas famosas de la ciudad aparece este bello  templo, que hoy se conoce con el nombre de San Nicolás de Bari:

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La foto del antiguo postal, hecha en la exposición, dedicada al 750 aniversario de la presencia de los franciscanos en Avilés

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Pero no siempre se llamaba así, ni tampoco siempre era una parroquia: antes del año 1836 constituía una parte del monasterio franciscano, que se instaló aquí probablemente a mediados del siglo XIII.

Avilés en aquel tiempo era por su significado la segunda villa de Asturias después de Oviedo, era también una villa de realengo y un importante puerto real. Además estaba en el Camino de Santiago.

Como cuenta el sacerdote  Ángel Garralda, que dirigía el templo de San Nicolás de Bari durante muchos años, al principio a Avilés llegaron a residir cerca de 40 monjes. Labraban la tierra de sus huertos, los que tenían en la actual calle Galiana, a la izquierda, según subimos, y también vivían de la limosna.

El monasterio de los franciscanos estaba en la zona extramuros. El templo primitivo, que existía en este lugar mucho hantes de la llegada de los franciscanos, era de origen prerrománico: lo comprueba una parte del friso de estilo visigótico. Fue encontrado durante las obras en la parte subterránea de la iglesia. Ahora la pieza está colocada en la pared septentrional del claustro.

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Son símbolos de la eucaristía: las imágenes de pan y vino (aquí uva) significan el Santo Sacramento – el cuerpo y la sangre de Jesucristo.


Al templo prerrománico le siguió la iglesia románica, que hoy día conocemos como la Capilla de la Purísima y que constituía un templo, en el que se instalaron los franciscanos. Es la  parte más antigua del edificio. De aquella epoca nos atestiguan sus tres arcos románicos:

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Llama atención también el arco apuntado del interior de la Capilla:

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y sus capiteles:

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A finales del siglo XIV los monjes comenzaron la construcción del templo, que vemos hoy. Es de trancisión del románico al gótico. Es muy interesante la parte escultórica de su portada septentrional:

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Se puede encontrar en el orden de las imágenes humanas una simetría respecto a la figura central:

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¿Por qué? Si no me equivoco, los temas de los canecillos románicos normalmente eran diferentes, y si se repetían, su situación no dependía de las normas de simetría. No soy especialista, pero me parece, que este orden debe llevar algún signifiado, no debe ser casual. ¡Como me gustaría hablar de este enigma con tan sabio Don Ángel Garraldo!

A ver, los detalles. La figura central:

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A primera vista me pareció una mujer. Pensé que era Santa María; eso pudiese comprobar una de mis ideas: en el testamento de Alfonso III el Magno se decía de dos iglesias de Avilés – Santa María y San Juan Bautista – las cuales él donaba a la parroqia de Oviedo. Así, la imagen de la Madre de Diós en el centro de la composición podría significar, que en la portada de la nueva iglesia de los franciscanos se conservaba el nombre del templo primitivo, escrito a través de la escultura…

Podría ser, pero podría ser que no… Ya en casa, estudiando la foto y acercando la imagen, cuyos detalles no podía ver en el templo por la causa de distancia, ví en la mano de la figura un libro. El libro simbolizaba el conocimiento, según la tradición románica, correspondía a los Evangelistas, o a los monjes, que guardaban dentro de los conventos las ricas bibliotecas, que copiaban los libros y se asociaban con el conocimiento científico. Entonces… ¿sea un franciscano? Tiene algo parecido a la capucha en su cabeza, el hábito, cuyos pliegues  van abajo desde el cinturón y que me pareció primero una falda o un vestido femenino. ¿Y en el propio cinturón, aunque la parte de abajo se rompió, se ve una cuerda trenzada, atada en el centro?

Las figuras de los dos extremos de la composición-

la derecha:

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la izquierda:

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Son dos mujeres, cada de las cuales tiene en sus brazos un niño, puesto cara hacia el centro, aunque las mujeres están en la posición frontal.  Se ven los piés de los niños , que libremente bajan hacia el suelo.

Si estudiamos otros canecillos, veremos que a dos lados de la figura central están los canecillos florales, luego van dos lisos (uno a cada lado), y después las figuras masculinas:

la derecha:

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la izquierda:

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Estas dos figuras también me parecen dos monjes, que tienen en sus hombros un cargo pesado – tal vez, eso simboliza  la actividad de predicación de los franciscanos. Si es así, puede ser, que las dos imágenes anteriores son símbolos de la rama femenina de la orden franciscana, de las clarisas, con su actividad de cuidar a los niños en los orfanatos y a los enfermos en los hospitales. Por ejemplo,  en la II mitad del siglo XX las hermanas clarisas residían en la Universidad Laboral de Gijón, preparando la comida para los alumnos y lavándoles y planchándoles la ropa.

Pero respecto al significado de las imágenes, es sólo mi suposición:))

Otro momento curioso – en el extremo capitel derecho de la portada aparece una flecha que indica hacia la derecha:

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Don Ángel Garralda supone, que la flecha muestra la situación de la entrada al convento, que antes estaba en el sitio, donde ahora se alza la torre del siglo XVIII.

Entramos en el templo.

Su vista desde los piés:

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La cabecera:

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Vista desde la cabecera:

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¡Que suerte! Cuando entré en la iglesia, allí cantaba el coro. No sé si puede quedar indiferente a alguien  la música, que suena en un antiguo templo, hace siglos pensado de tal manera, que los tristes y solemnes sonidos de himnos religiosos penetrasen en todos los espacios y rincones …

El interior del templo se cambió con la reconstrucción del siglo XVI, cuando a su única nave fueron añadidas dos mas. Claro que eso dió más espacio al templo.  Pero estos cambios llevaron unas pérdidas: sufrieron daños los sepulcros, que están ahora en la nave meridional y que pertenecen a Juan Alonso de Oviedo (sepulcro derecho en la foto) y su esposa Aldonza González ( sepulcro izquierdo).

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La composición escultórica de los dos sepulcros es semejante: los ángeles arrodillados cerca de las cabezas de los yacentes, dos almohadillas debajo de las cabezas, la inferior de las cuales es más grande y alcanza el nivel de la cintura de las figuras (se ve el motivo de su adorno en forma de rombos)…

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Las dos figuras están orientadas igual: con los piés hacia el Oriente, hacia la salida del sol.  Raquel Alonso en su trabajo “La escultura funeraria bajomedieval asturiana” escribe, que así era la práctica habitual de los funerarios medievales no sólo dentro de los templos, sino también en los cementerios. La creencia pagana en el sol como fuente de la vida se afirmó en el cristianismo con la oposición del Oriente (se asocia con la luz, la vida, con el Paraíso) y el Occidente (el lugar, donde el sol oculta, es reino de las tinieblas,  de la muerte).

Antes de la reconstrucción de la iglesia los sepulcros estaban en la nave central, durante su translado lamentablemente se perdieron la cabeza del ángel del sepulcro femenino, se separó la cabeza del cuerpo de la escultura masculina y sufrió daños la figura del perro a los piés de Don Juan: en la composición el perro se quedó sin cabeza. ¡Que pena!

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En la iglesia de San Nicolás de Bari se guarda un objeto , que puede llevar el mayor interés de los amantes de las antigüedades: es la pila bautismal, que se situa en la parte de los piés del templo:

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Su pieza no es nada mas que un capitel de mármol de origen romano. Así tiene ya mas de 1800 años. Nadie sabe ni cuando apareció aquí, ni para qué fue traído. A mí me interesó el punto de vista de Don Ángel Garralda, que une en su explicación  la aparición  de este capitel en Asturias  con el probable origen del nombre de la villa de Avilés: ” Si Cornellana viene de un tal Cornelio romano, ¿por qué Avilés no puede venir de un tal Avilio? ¿Para qué este capitel con su fuste? ¿Para una estatua de un tal Avilio?” La cadena lingüística es la siguiente: Avilio – Aviliense (que pertenece a Avilius) – Avilés.

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Jovellanos (1792)  mencionaba, que cuando él visitó  el templo, el capitel se utilizaba como pila de agua bendita, que estaba cerca de la puerta.


El candelero, cuyo cuerpo abrazan dos serpientes y que está al lado de la pila bautismal:

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El sepulcro de Martín Alas, finales del siglo XV. Está situado en la parte occidental.

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No es la primera vez, que oigo en Avilés el apellido Alas: la famosa capilla de las/los Alas (el eterno discurso de cómo hay que pronunciarlo correctamente) entra en la  ruta turística de la ciudad como un ejemplo de la arquitectura gótica.

La leyenda, que explica el origen de este apellido, cuenta, que en los primeros años de la invasión musulmana, cuando los enemigos subían tan rápido hacia el norte de la península, fue asediado en su castillo en Raíces el valiente caballero Martín Peláez.  Los invasores alcanzaron entrar en el territorio del castillo y acorralaron a Don Martín en una de las torres, la que él defendía con su espada, subiendo por la escalera mas y mas arriba bajo la presión de enemigos. Cuando el caballero se sintió casi agotado, vió a un ángel con grandes alas, que tenía  la cruz en una mano y  la espada en otra. Gracias a la ayuda celeste supo Don Martín salir vencedor de este duro combate. Desde aquel entonces la gente le llamaba Martín de las Alas. El rey Don Pelayo le otorgó el escudo, que encarnizaba aquel milagro.

El escudo en la casa de la calle La Fruta:

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La parte izquierda del escudo del palacio de Camposagrado:

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El conjunto del monasterio franciscano se creaba durante siglos. Si la iglesia se refiere al s. XIV, su claustro es del siglo XVII.

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En su galería septentrional está un sepulcro:

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En el año 1836, con la desamortización de Mendizábal, el monasterio franciscano fue cerrado, sus 54 monjes fueron expulsados del edificio.  La iglesia de los franciscanos fue convertida en la parroquia de San Nicolás de Bari (1849),  cuya función sigue cumpliendo hoy día.  Los propios monjes  más tarde (1919) se asentaron en el más antiguo templo de Avilés, el de San Antonio de Padua.

Esta fue la única residencia de los franciscanos puros en Asturias, porque la de Oviedo se quedó sin monjes tras la Desamortización y los Padres Franciscanos ya no volvieron a Oviedo. De lo que se refiere a las Clarisas,  tenían que dejar su convento por la misma causa y se unieron con las hermanas de Gradefes en León.



 

 


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